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40 DIAS DE COMUNIDAD BLOG 3

SIRVIÉNDONOS LOS UNO A LOS OTROS A TRAVÉS DEL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN. 

3 octubre 2017 I Dr. Timothy Keller (extracto)

 

En ambos niveles, en el teológico y el práctico, el perdón está en el centro de lo que es ser un cristiano.  El perdón genuino se obtiene por un costo y es buscado intencionalmente dentro de una comunidad de creyentes.

 

La nueva comunidad humana que la Biblia requiere corta a través de toda cultura y temperamentos.  Puesto de otra manera, no encaja con ninguna cultura pero en algún momento las reta a todas.  A los cristianos de una cultura más individualista les encanta el énfasis de la Biblia en afirmarnos los unos a los otros y compartir sus problemas y heridas - pero detestan la idea de rendir cuentas y disciplina.  A los cristianos de una cultura más tradicional comunal les encanta el énfasis en rendir cuentas de su moral y creencias pero a menudo les irrita el énfasis en una reconciliación racial y el ser abiertos en cuanto a las heridas personales y sus necesidades financieras.

 

Pero uno podría argumentar que la enseñanza bíblica en cuanto al perdón y la reconciliación es tan radical que no hay ni una cultura o sociedad que esté en acorde con cuentos.  Es aquí donde vemos la verdad la declaración de Bonhoeffer, “Nuestra comunidad el uno con el otro [en Cristo] consiste solamente en lo que Cristo ha hecho por nosotros.  La hermandad cristiana es una realidad espiritual y no una humana. En esto es que difieren de todas las otras comunidades.” 1

 

En su forma más básica y simple, esta enseñanza se trata de que el cristiano en comunidad nunca debe darse por vencido en su hermano(a), nunca debe darse por vencido en una relación, y nunca debe desaparecer de otro creyente.  Nunca debemos de cansarnos de perdonar (y arrepentirnos!) y buscar reparar las relaciones.  Mateo 5:23-26 nos dice que debemos ir con la persona que tiene algo en contra de nosotros.  Mateo 18:15-20 dice que debemos ir con la persona con quien tenemos algo en contra.  En corto, si cualquier relación se ha debilitado de cualquier manera, siempre debe tomar la iniciativa.  No importa “quien empezó:” Dios siempre te hace responsable para ir y reparar la relación que se ha debilitado.  El cristiano es responsable de empezar el proceso de la reconciliación, independientemente de como empiece la separación.

 

LO QUE NECESITAMOS PERDONAR

La experiencia del evangelio nos da dos prerrequisitos para una vida de perdón: humildad emocional y riqueza emocional.

 

Puedes permanecer resentido hacia alguien solo si te sientes superior, si estás seguro de que tu “nunca harías algo así!”  El seguir sin perdonar significa que no estás consciente de tu propia pecaminosidad  y tu necesidad de ser perdonado.  Cuando Pablo dice que él es el peor de los pecadores (1 Tim. 1:15), él no está exagerando.  Él está diciendo que él es capaz de pecar como el peor de los criminales.  El evangelio lo ha equipado con humildad emocional.

 

No puedes dar gracia a otra persona si estás tan necesitado e inseguro al mismo tiempo.  Si conoces el perdón y el amor de Dios, entonces hay un limite a cuanto una persona puede herirte tan profundamente.  El o ella no puede tocar tu identidad real, tu riqueza o cuanto importa.  Entre más te regocijes en tu propio perdón, lo más rápido perdonarás a otros.  Estás arraigado en una riqueza emocional.

 

Jesús dice, Si tu no perdonas los pecados del hombre, tu Padre celestial no perdonará tus pecados” (Mateo 6:15).  Esto no quiere decir que nos ganamos el perdón de Dios a través de nuestra habilidad de perdonar, pero que nos podemos descalificar de ello.  Ningún corazón que esta genuinamente arrepentido hacia Dios puede permanecer sin perdonar a otros.  Una falta de perdón hacia otros es el resultado directo de la falta de arrepentimiento hacia Dios.  Y como ya lo sabemos, debemos arrepentirnos para ser salvos (Hechos 2:38).

 

OBSERVANDO DESDE LA LINEA DE BANDA

 

Cuando dos personas en la iglesia están en conflicto, puede producir estragos e los corazones y las vidas de los cristianos a su alrededor que no están involucrados en la disputa.  Lo peor (pero lo más común!) que sucede es que en vez de para de juzgar, orar y animar a que las partes hacia la reconciliación, la gente toma bando en la disputa en una manera muy mundana.  Es difícil no simpatizar con la parte que conoces más.  También es difícil para esa persona el no “compartir” su herida contigo en una manera que no vaya a antagonizar a la otra parte en el conflicto.

 

¿Qué debemos hacer?  Primeramente, miremos lo que dice Santiago acerca de hablar mal: Humíllense delante del Señor.  Hermanos, no hablen mal unos de otros.” (Santiago 4:10-11).  La parte de “no hablen mal” no es aún un informe falso acerca de alguien, sino un “reporte en contra” - uno informa que socava el respeto y el amor que la persona que escucha podría tener por la persona de la cual se está hablando mal  “Tan cierto como que el viento del norte trae lluvia, ¡la lengua chismosa causa enojo!” (Proverbios 25:23).  El que Santiago enlace el hablar mal con el orgullo (4:10) muestra que el hablar mal no es una evaluación humilde de un error o una falla, que deberíamos estar haciendo constantemente.  

 

Al contrario, la persona que habla mal habla como si él o ella nunca haría la misma cosa.  Una evaluación sin hablar mal es suave y cuidadosa, y siempre es evidente que él que habla está consciente de que comparte la misma fragilidad, la misma humanidad, y naturaleza pecaminosa con el que está criticando.  Involucra una conciencia profunda del propio pecado de uno mismo.  

 

Segundo, mira lo que dice el libro de Proverbios acerca de recibir reportes malos: “Cuando se perdona una falta, el amor florece, pero mantenerla presente separa a los amigos íntimos.” (Proverbios 17:9)  La primera cosa que debemos hacer cuando escuchamos o vemos algo negativo es buscar “perdonar la falta” en vez de hablar con otros acerca de ello.  Esto es, en vez de dejar que la falta se adentre en ti, buscar debes la manera en que no destruya el amor que tienes por esa persona.  

 

CONCLUSIÓN

 

¡Las relaciones sin reconciliar dentro de una iglesia son inevitables porque la iglesia es una comunidad maravillosa sobrenaturalmente creada!

 

La razón del porque hay tantas exhortaciones en el Nuevo Testamento de que los cristianos de amar a otros cristianos es porque. . . la iglesia en sí no está compuesta de “amigos” naturales.  Está compuesta por enemigos naturales.  Lo que nos une no es una educación en común, una raza en común, niveles de ingresos en común, política en común, nacionalidad en común, acentos en común, trabajos en común, o cualquier otra cosa por el estilo [lo que reglamentariamente une otro grupo de personas].  Los cristianos se unen no porque forman una cohabitación natural, sino porque han sido salvos por Jesucristo y le deben a él una lealtad en común.  En esta perspectiva somos una banda de enemigos naturales que se aman por amor a Cristo.  Esa es la única razón por la cual Juan 13:34 tiene sentido cuando Jesús dice: “Un nuevo mandamientos les doy - Amense los unos a los otros como yo los he amado.” . . . El amor cristiano sobresaldrá y dará testimonio a Jesús porque es una muestra, por amor a Jesús, de amor mutuo entre una sociedad de incompatibles.” 2

 

La razón de que tendremos que hacernos responsables de nuestras relaciones es que el amor mutuo en una comunidad cristiana es muy difícil.  ¡Jesús ha juntado a incompatibles! Pero la razón por la cual vamos a querer hacernos responsables por nuestras relaciones es porque el amor mutuo en una comunidad cristiana es una de las maneras principales de como el mundo verá quién es Jesús.  Así que, nunca debemos de darnos por vencidos.  Así que, debemos procurarnos los unos a los otros en amor.

 

Copyright © 2005 de Timothy Keller, © 2009 de Redeemer City to City. Este artículo apareció por primera vez en las conferencias El Evangelio y la Vida de 2004 y 2005.

 

1.  Dietrich Bonhoeffer, Life Together (Nueva York: Harper, 1954), 23, 25–26.

2.  DA Carson, Love in Hard Places (Wheaton, Ill.: Crossway, 2002), pág. 61.

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